Centro de las Artes San Agustín, un “homenaje al agua”: arquitecta Claudina López Morales

La arquitecta que estuvo a cargo de la obra de restauración del CaSa habla con EL UNIVERSAL sobre su proceso: “Este tipo de obras tienen que ser respetuosas de lo que estás haciendo, no tratar de modificarlo. Así que nada más se rescató”.

Centro de las Artes San Agustín, un “homenaje al agua”: arquitecta Claudina López Morales
Foto: Cortesía.
Sociedad 30/05/2021 18:55 Redacción Oaxaca Actualizada 08:40

Oaxaca de Juárez.- La arquitecta Claudina López Morales recuerda su primer acercamiento con la Fábrica de Hilados y Tejidos La Soledad, a donde fue cuando era niña, en un paseo escolar: “me acuerdo sobre todo del segundo piso, con todas las máquinas y la gente trabajando, entraba una luz que me recordó a las casas antiguas”.

Años después, cuenta, regresó al lugar porque supo que la estaban vendiendo. “Le comentamos al maestro Toledo, fuimos con él. En un principio no quería comprarla, pero junto con el gobernador se acordó la compra. El maestro puso el 40% y el gobierno del estado el 60% de la compra”. 

Fue así como ella se convirtió en la arquitecta a cargo de la obra de restauración del Centro de las Artes San Agustín (CaSa). La construcción de la fábrica, cuenta, fue muy pensada: “un edificio muy cuidado, con canales para que los muros no fueran a humedecerse. Era una obra monumental, con una gran infraestructura”. 

Lee también: Centro de la Artes de San Agustín, 15 años de brindar educación cultural en Oaxaca gracias a Toledo

En el año 2000, Claudina López inició, en colaboración con el artista Francisco Toledo, la restauración del CaSa. Lo que le importaba, dice, era que el edificio luciera como era: “a veces los arquitectos somos muy dados a poner algo para que se note que ahí estuvo uno, este tipo de obras tienen que ser respetuosas de lo que estás haciendo, no tratar de modificarlo. Así que nada más se rescató”. 

Durante el proceso de restauración, el artista Francisco Toledo pensó en varios usos para el espacio, desde la sede del Archivo General del Estado de Oaxaca hasta un museo textil. López Morales mencionó que probablemente Toledo desde el principio pensó en que fuera un centro de artes, porque él quería hacer una escuela de este tipo en el ex convento de Santo Domingo de Guzmán. 

“Cuando empecé a restaurar no teníamos destino, fue solamente trabajar en muros, techos, no hicimos nada de instalaciones, no tocamos el piso, porque por ahí iba a ir toda la instalación dependiendo de lo que fuera a ser el lugar”, recuerda.

Uno de los detalles distintivos del CaSa son los espejos de agua. Al respecto, la arquitecta explica que tenían pensado hacer un homenaje al agua, para que las personas se dieran cuenta que la antigua fábrica funcionaba gracias al agua y a la gravedad. 

Lee también: Más de 20 años después, regresa a España, desde Oaxaca, el imaginario fantástico de Francisco Toledo

“Un día estaba haciendo otras cosas en el CaSa, de repente había agua tirada, vi el reflejo y dije: se necesita poner un gran espejo de agua. En realidad no se necesitaba mucha agua para reflejar la parte central donde está la Caldera. Muchos se preguntan por qué gastamos tanta agua en los espejos, pero el agua vuelve a regresar a su origen, nada más la desviamos un poco, es un poco como el homenaje al agua, para que te des cuenta que ese lugar trabajó gracias al agua y a la gravedad”, resalta.

Actualmente el CaSa cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales que sirve para reciclar el agua, y que se construyó para continuar con el cuidado del medio ambiente. 

Además, la arquitecta remarca que uno de los distintivos en los trabajos de restauración fue el ahorro de recursos y el reciclaje de elementos: 

“Todo lo que podíamos reutilizar se reutilizó, por ejemplo, había mucho metal por todos lados, los recogimos y lo usamos para pintar la fachada. Pintamos primero con cal y encima pusimos la mezcla que salió del metal con el agua, por eso tiene un tono amarillo que no cambia, no es un colorante, es el óxido, en lo que se podía ahorrábamos lo más posible para que alcanzara el presupuesto”. 

Fue así como el 21 de marzo de 2006 la antigua fábrica abrió como el Centro de las Artes de San Agustín, el primer centro ecológico en América Latina, que en los últimos 15 años ha sido un referente en la educación artística. 

Comentarios