La enfermedad puede ser moderada o duradera y puede causar inflamación y fiebre. Si no se trata, en su etapa grave hay posibilidades de ocasionar deficiencias cardiacas e incluso muerte súbita.
Según el sector Salud, este mal se presenta en zonas donde viven insectos triatominos que transmiten el parásito trypanosoma cruzi, como América del Sur, América Central y México. En 2009, Médicos Sin Fronteras, tras detectar casos en diversas comunidades, determinó que Oaxaca es un lugar endémico para esta enfermedad.

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Los contagios sucedieron debido a la llamada “chinche besucona”, que se aloja en techos y paredes de los hogares, que en Mazatlán Villa de Flores son de adobe, espacios idóneos para que el insecto prolifere. La enfermedad se contagia cuando su orina o heces tienen contacto con la piel, agua o alimentos.
Debido a que esta chinche es muy pequeña, los pobladores no notan el momento del contagio de esta enfermedad, mientras que los pacientes no pueden iniciar el tratamiento hasta que tengan un diagnóstico del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemlógicos (InDRE).
Sólo con dicho diagnóstico, las personas serían canalizadas al centro de salud que les corresponde, para poder acceder a los medicamentos, que solamente están disponibles en el sector Salud público, pues no se venden de manera particular.
Investigadores encontraron que niños, adultos y adultos mayores eran parte de la población afectada por la enfermedad y dedujeron que había más casos. Según los últimos datos de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), en 2019 se detectaron 92 casos en la entidad.

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Tras los hallazgos de los investigadores, la comunidad mazateca comenzó a organizarse a través de la radio comunitaria Nahndiá, encabezada por Melquiades Rosas, quien, en coordinación con su equipo, buscó apoyo fuera de la población.
Lo anterior es de vital importancia, explican los investigadores, pues los contagios pueden permanecer asintomáticos durante muchos años.
Un diagnóstico tardío puede ocasionar que los síntomas se confundan con los de otros padecimientos, por lo que muchas personas han fallecido sin confirmar la enfermedad.

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De no tener respuesta, explica la abogada Frida Romay, se contempla un amparo individual y uno colectivo para que se garantice el derecho a la salud a la comunidad. También se planean talleres para elaborar un repelente a base de cal, para que la chinche transmisora no se aloje en los hogares.
También organizarán un foro virtual con personas diagnosticadas a fin de trazar una estrategia común que garantice su derecho a la salud, en coordinación con la asociación Movimiento Compromiso Universitario por la Salud.
Después de esas actividades, dice Romay, se realizarán acciones permanentes en la población a fin de prevenir, atender y erradicar la enfermedad, con la coordinación de promotores de la salud de la misma comunidad, que contarán con información en español y mazateco.