Entre tigres y Chilolos, así se vive el carnaval en Copala, centro ceremonial de los pueblos triquis de Oaxaca

El carnaval triqui es una de las festividades más grandes; para muchos triquis estas fiestas permiten la unificación y pacificación de las familias que han vivido en un constante conflicto interno durante los últimos 12 años

Entre tigres y Chilolos, así se vive el carnaval en Copala, centro ceremonial de los pueblos triquis de Oaxaca
El carnaval triqui es una de las festividades más grandes después de la celebración a Tata Chú y Día de Muertos. Foto: Edwin Hernández
Sociedad 02/03/2022 13:36 Juana García Actualizada 13:36

San Juan Copala.— Previo a la fiesta anual de los pueblos triquis en el centro ceremonial en San Juan Copala, decenas de familias se reunieron ayer para despedir a la fiesta del carnaval y darle la bienvenida a la Cuaresma, con ello, la celebración a Tata Chú (Padre Jesús) en el tercer viernes Santo.

“Este día bailan las personas mayores, pero como ven ustedes, hay niños, jóvenes y muchas personas danzando, porque es la emoción de estar todos acá”, dice a EL UNIVERSAL el agente municipal de San Juan Copala, Guillermo Flores Pérez, en medio de las bandas de viento y de decenas de danzantes.

El carnaval triqui es una de las festividades más grandes después de la celebración a Tata Chú y Día de Muertos; para muchos triquis estas fiestas permiten la unificación y pacificación de las familias que han vivido en un constante conflicto interno durante los últimos 12 años.

 

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Foto: Edwin Hernández

 

Al son de bandas  y bailes

 

Este lunes fue el último día de carnaval, hubo uno antes, el pasado lunes 21 de febrero, donde solamente niños y jóvenes danzaron en comunidades de Rastrojo, Coyuchi y en el mismo San Juan Copala. Pero ahora todos se dieron cita en el centro ceremonial de los pueblos triquis.

Niños, jóvenes y hombres se visten con huipiles rojos y máscaras, otros con prendas hechas con retazos de tela y un sombrero adornado de papel de colores, y unos más, vestidos de traje de leones o tigres, con un antifaz, para no ser reconocidos.

Desde muy temprano, músicos, danzantes y las familias triquis se citaron en el atrio de la iglesia de San Juan Copala para celebrar el último día de carnaval.

 

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Foto: Edwin Hernández

 

“Primero bailan en la iglesia para honrar a nuestro santo patrón Tata Chú, enseguida ya se van a otros puntos del pueblo”, explica la autoridad municipal.

Tres bandas de viento de los mismos pueblos triquis tocan música regional, mientras las personas que representan a los “leones o tigres” danzan alrededor de los Chilolos y de la “abuela triqui” y sus nietos.

Según cuenta don Hilario Martínez López, los “leones o tigres” representan la protección de los pueblos nativos a los Chilolos, danza que simboliza la Conquista y la llegada de los españoles para someter a los pueblos al cristianismo, mismo que se fue adaptando conforme el paso de los años.

 

 

Luego de bailar en el atrio de la iglesia varias piezas de sones, los danzantes y las personas que los acompañan se dirigen a la agencia municipal, donde permanecen el mayor tiempo del día.

Los Chilolos de los pueblos triquis visten con prendas unidas por trozos de tela, sus penachos son de papel de colores que ellos mismos elaboran y sus máscaras son de plástico, algunos son de madera. Mientras, se desarrolla el baile, los “leones o tigres”, corretean a los niños, en la explanada.

 

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La fiesta de Tata Chú

 

En San Juan Copala, considerada  el centro ceremonial de los pueblos triquis, las bandas de viento suenan al paso de la comparsa tradicional en la fiesta del carnaval, el cual concluyó este lunes para comenzar con la fiesta patronal a Tata Chú (Padre Jesús), la máxima fiesta del pueblo triqui.

El día transcurre entre danzantes que  realizan sus mejores pasos y caminan sobre las principales calles, en donde  algunas  familias  les ofrecen refrescos y tepache (bebida de maíz y otros ingredientes fermentados), gritos y risas de los   pequeños al ser correteados por los “tigres y leones” y la danza de los Chilolos, así, como las risas y el asombro de decenas de personas que acompañan a las comparsas.

“Hoy es un día de fiesta, todos convivimos, pero estamos esperando la fiesta grande, la de Tata Chú”, explica don Juan Martínez Merino.

 

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Foto: Edwin Hernández

 

Tiene más de 70 años de edad, no recuerda bien cómo inició la danza de los Chilolos, pero desde que tiene memoria le contaba su abuelo, que sus bisabuelos salían a festejar estas fechas de Carnaval y luego la fiesta al Padre Jesús.

“Ahora bajan pocas comparsas como la de Rastrojo y  Cochuchi, pero antes venían los de La Sabana, Yosoyuxi, Santa Cruz Tilapa  y otros pueblos a celebrar el carnaval. Hoy en día cada quien tiene su propia fiesta”, explica don Juan.

 

 

Don Hilario Martínez López es nativo de la comunidad de Rastrojo, tiene 89 años, y antes de presentarse con los danzantes fue por una veladora para Tata Chú, señala que es su santo patrón a quien venera. También, recuerda aun cuando ocho pueblos se reunían en San Juan Copala, para celebrar estas fiestas, pero ahora son solo tres.

Aun así, en San Juan Copala se da la mayor celebración de carnaval en la que  decenas de familias acuden a convivir y  bailar  con los danzantes.

 

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