Foto: Edwin Hernández
Niños, jóvenes y hombres se visten con huipiles rojos y máscaras, otros con prendas hechas con retazos de tela y un sombrero adornado de papel de colores, y unos más, vestidos de traje de leones o tigres, con un antifaz, para no ser reconocidos.
Desde muy temprano, músicos, danzantes y las familias triquis se citaron en el atrio de la iglesia de San Juan Copala para celebrar el último día de carnaval.
Foto: Edwin Hernández
“Primero bailan en la iglesia para honrar a nuestro santo patrón Tata Chú, enseguida ya se van a otros puntos del pueblo”, explica la autoridad municipal.
Luego de bailar en el atrio de la iglesia varias piezas de sones, los danzantes y las personas que los acompañan se dirigen a la agencia municipal, donde permanecen el mayor tiempo del día.
En San Juan Copala, considerada el centro ceremonial de los pueblos triquis, las bandas de viento suenan al paso de la comparsa tradicional en la fiesta del carnaval, el cual concluyó este lunes para comenzar con la fiesta patronal a Tata Chú (Padre Jesús), la máxima fiesta del pueblo triqui.
El día transcurre entre danzantes que realizan sus mejores pasos y caminan sobre las principales calles, en donde algunas familias les ofrecen refrescos y tepache (bebida de maíz y otros ingredientes fermentados), gritos y risas de los pequeños al ser correteados por los “tigres y leones” y la danza de los Chilolos, así, como las risas y el asombro de decenas de personas que acompañan a las comparsas.
“Hoy es un día de fiesta, todos convivimos, pero estamos esperando la fiesta grande, la de Tata Chú”, explica don Juan Martínez Merino.
Foto: Edwin Hernández
Tiene más de 70 años de edad, no recuerda bien cómo inició la danza de los Chilolos, pero desde que tiene memoria le contaba su abuelo, que sus bisabuelos salían a festejar estas fechas de Carnaval y luego la fiesta al Padre Jesús.
“Ahora bajan pocas comparsas como la de Rastrojo y Cochuchi, pero antes venían los de La Sabana, Yosoyuxi, Santa Cruz Tilapa y otros pueblos a celebrar el carnaval. Hoy en día cada quien tiene su propia fiesta”, explica don Juan.
Don Hilario Martínez López es nativo de la comunidad de Rastrojo, tiene 89 años, y antes de presentarse con los danzantes fue por una veladora para Tata Chú, señala que es su santo patrón a quien venera. También, recuerda aun cuando ocho pueblos se reunían en San Juan Copala, para celebrar estas fiestas, pero ahora son solo tres.
Aun así, en San Juan Copala se da la mayor celebración de carnaval en la que decenas de familias acuden a convivir y bailar con los danzantes.