Familias zapotecas adaptan ritual: Por Covid visitan a sus muertos el Domingo de Ramos entre filtros sanitarios

En el Istmo de Tehuantepec la visita a los panteones que en otros pueblos originarios se realiza en noviembre, aquí se vive en el inicio de la Semana Santa, que coincide con el inicio del año zapoteca

Familias zapotecas adaptan ritual: Por Covid visitan a sus muertos el Domingo de Ramos entre filtros sanitarios
Foto: Roselia Chaca
Sociedad 29/03/2021 07:53 Oaxaca Actualizada 07:53

Juchitán de Zaragoza.— Ni el inclemente sol ni las restricciones sanitarias por el Covid-19 fueron un obstáculo para que las familias zapotecas del Istmo de Tehuantepec cumplieran un año más con el ritual de visitar en Semana Santa a sus muertos.

Este es el primer año que, a causa de la pandemia, los juchitecos cambiaron la forma de realizar este importante ritual en el panteón Domingo de Ramos, pues en 2020 el cementerio se tuvo que cerrar bajo la vigilancia de la Guardia Nacional. Se trata de una celebración de los vivos a los muertos que se resume como el pago que hacen a la visita que los difuntos realizaron a las casas.

Antes de la pandemia, la visita a los panteones era de convivencia familiar, de mucha algarabía en las tumbas, desde la madrugada llevándoles flores, veladoras, música y comida, concluyendo hasta la medianoche, algo similar a lo que otros pueblos originarios realizan en los panteones en noviembre.

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Foto: Roselia Chaca

La visita a los cementerios que hacen las comunidades zapotecas del Istmo de Tehuantepec en Semana Santa o Nabaana, como se nombra en la lengua de las nubes, es un ritual único en el mundo y está relacionado con el inicio del Año Nuevo Zapoteco.

De acuerdo con información de investigadores y especialistas, este inicio de año sucede en marzo, según se indica en el calendario antiguo, por eso coincide con la Cuaresma cristiana.

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El año zapoteco antiguo terminaba el 7 de marzo, día a partir del cual había un periodo de cinco días que eran considerados aciagos, funestos. A este período se le llamaba Beu huini (Luna pequeña).

Nueva normalidad

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Foto: Roselia Chaca

Los zapotecos este año tuvieron que adaptarse a la nueva forma de realizar el ritual, pues en esta ocasión no hubo convivencia. Sólo llegaron, depositaron sus flores y se retiraron. Además, tuvieron que pasar por filtros sanitarios en los que se les limitó el ingreso a sólo dos personas por familia, sin niños; también, se vigiló el uso de cubrebocas, gel antibacterial y ser rociados con sanitizantes.

Algunas familias, como la de Petrona Villalobos Sánchez, se turnaron para visitar la tumba familiar. Desde las primeras horas del día limpiaron, colocaron flores, veladoras y se fueron.

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“Este año trasladaremos la convivencia a la casa de mi suegra, que es la que murió este año. El año pasado nos agarró de sorpresa y no hicimos nada, pero este año decidimos turnarnos para traer flores y por la tarde realizaremos la reunión de los hijos y los nietos en la casa, entre nosotros, como todo los años lo hacíamos en el panteón, sólo que ahora en casa”, comenta la mujer que resguardó la tumba de su suegra por un par de horas para luego retirarse.

La autoridad municipal instaló varios módulos de seguridad en las tres entradas del panteón impidiendo el ingreso a familias completas, con sillas, mesas, así como la instalación de vendedoras ambulantes de comida, cervezas y flores, quienes se colocaron en las inmediaciones del camposanto donde realizaron sus vendimias bajo la supervisión de elementos de la policía municipal.

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