Historias para que viva la lengua: Audelia, la primera cuentacuentos en zapoteco de Juchitán, Oaxaca
Esta mujer, de formación autodidacta, se dedica a narrar historias en instituciones educativas; con su iniciativa, también busca reforzar la enseñanza de zapoteco en los niños
Juchitán.— La primera vez que Audelia se acercó a la lectura fue en su niñez. Había quedado huérfana, así que todos los libros que estaban en la casa de sus hermanos mayores se convirtieron en su refugio.
Poco a poco creció y sus motivaciones cambiaron, pero logró reencontrarse con los libros años después, cuando empezó a contarles historias a sus hijos.
A partir de allí, recuerda, no volvió a abandonar la lectura y se convirtió en cuentacuentos, que narra en zapoteco, iniciativa que impulsa como una forma de crear lectores y fomentar el uso de su lengua madre entre los niños y jóvenes.
Una relación con los libros
Audelia Pastrana Vera tiene 46 años y es originaria de la Séptima Sección de Juchitán, región Istmo de Tehuantepec. Desde hace siete años, ofrece su trabajo como cuentacuentos a instituciones educativas y organizaciones civiles, muchas de las veces de manera gratuita.
La mujer se cataloga como autodidacta, ya que la capacitación en talleres y cursos narrativos corrió siempre por su cuenta, desde que leyó un cuento en el preescolar al que asistía su hijo menor, recuerda.
“La lectura me ha acompañado en mi vida. En los días que andaba errante, allí estuvieron los libros, pero el día que me invitaron a leer a los niños del kinder de mi hijo todo cambió. Encontré sentido a la lectura, la misión de compartirla. Busqué las herramientas adecuadas, las técnicas para narrar”, cuenta a EL UNIVERSAL.
Foto: Roselia Chaca
“Antes de la pandemia era frecuente narrarle a los niños. Podría decir, sin sonar pretenciosa, que existe una generación de adolescentes que se acercaron a la lectura gracias a una narración mía en su escuela y eso me da una gran satisfacción.
“Que me aborden en la calle y me digan: ‘Yo te escuché en la primaria con tal cuento’, con eso me tengo por bien pagada”, comenta la mujer desde su hogar en el corazón de la Séptima Sección de Juchitán.
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Pionera en su ciudad
Audelia recuerda que cuando comenzó con esta labor no existían cuentacuentos en el Istmo. Los que se presentaban venían de la ciudad de Oaxaca o de otros estados.
Ella se convirtió en la primera cuentacuentos de su ciudad que, además, no era una maestra de profesión.
Comenzó primero a narrar cuentos cortos en español, pero luego fue incluyendo en su repertorio historias de escritores zapotecas, como Andrés Henestrosa y Francisco de la Cruz.
Para esta mujer zapoteca, el reto de ser cuentacuentos es atrapar al espectador desde los primeros minutos, principalmente a los niños, el público que para ella resulta ser el más difícil.
Su técnica de narración consiste en que cada cuento no dure más de siete minutos, porque después de ese tiempo, en su experiencia, se pierde el interés.
También realiza el trabajo de adaptar los cuentos al contexto de las niñas y niños que la escuchan, que los elementos les sean familiares y que logre captar el conflicto presente en la narración.
Moralejas con responsabilidad
Además, dice que siempre busca temas con un mensaje aleccionador relacionado con la hermandad, el compañerismo, la solidaridad, la amistad, el respeto al medio ambiente o a los adultos, entre otros.
“Los niños son unas esponjitas y absorben todo lo que les decimos. Por eso creo que es una gran responsabilidad ser cuentacuentos, porque lo que decimos ellos lo van a replicar.
“He tenido en un evento hasta 800 niños sorprendiéndose con mis historias; 800 niños que lo que les conté lo tomaron como real. Eso es una gran responsabilidad; por eso siempre procuro que mis temas ayuden a construir mentes sanas”, dice.
Para Audelia Pastrana, la actividad que realiza es una estrategia que ayuda a fomentar no sólo la enseñanza del zapoteco en las niñas y niños, sino también a reforzar el uso de la lengua de los pequeños hablantes.
Por ello, Pastrana considera que la actividad del cuentacuentos debe de implementarse con más frecuencia en los centros educativos, cuando la situación sanitaria lo permita.