La primera vez que se contagió del virus, Enoc Toledo fue un paciente no grave, pues no requirió oxigenación ni hospitalización y llevó la enfermedad en aislamiento en su cuarto durante dos meses. Los episodios más críticos fueron los ataques de tos por las noches, que le provocaban ahogamiento.
Luego de haber salido negativo, mantuvo la tos por cuatro meses y durante los dos primeros el cansancio era frecuente.
Pese al tiempo que ha pasado, Enoc dice que lo más raro que ha detectado en su salud es la frecuencia con la que ahora se enferma de la garganta, pues antes del virus la periodicidad de atención médica por amigdalitis era una vez al año y, ahora, es de dos veces por mes.
“Siempre he tenido problemas de anginas, pero después del Covid tuve una primera recaída que me llevó al hospital por cinco días. Los síntomas fueron muy similares, los doctores no me confirman que sea por esto, pero tampoco lo descartan, simplemente no saben qué tengo y lo único que me queda es volverme a aislar”, cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL.
En su caso, por estas recaídas, Enoc tiene que bajar su rendimiento laboral y sus actividades en general: “Lo malo es que recupero mi vida, hago ejercicio y nuevamente recaigo. Por supuesto que mi familia y yo estamos preocupados”, comenta por teléfono.
Ese es el caso de Luis Díaz Jiménez, un arquitecto de 40 años, quien es encargado de la Dirección de Patrimonio de Tehuantepec y quien estuvo internado 20 días en el Hospital Macedonio Benítez de Juchitán, pegado a un tanque de oxígeno.
Su condición de diabético complicó su situación a un grado crítico y, aunque superó la enfermedad, desde septiembre las secuelas lo acompañan hasta hoy, cuatro meses y medio después.
Debido a que perdió 20 kilos, su sistema nervioso colapsó, al grado de tener poca motricidad en las extremidades y hormigueos en los dedos de la mano. Además, presentó pérdida de cabello y memoria; sus dientes están sensibles, no puede exponerse a corrientes de aire porque le da tos y el cansancio es frecuente.
“Tengo casi cinco meses y aún no me dan de alta. Me dejó muchas secuelas que estoy tratando con un médico y estudios. De repente estoy bien y luego como si me bajaran el switch.
“Esta pesadilla no termina con que tu examen salga negativo, sigue y es terrible vivir así, por eso mi mensaje es cuidarse”, menciona en entrevista.

Foto: Roselia Chaca
Antes de la pandemia, explica, era común que uno entre 10 pacientes presentara esos males, ahora la atención es de tres a cuatro pacientes, lo que para él es un panorama sobre cómo se están comportando las enfermedades crónico-degenerativas.
“Es muy claro que estas enfermedades han aumentado mucho por el estrés que ha causado el confinamiento. La mayoría son jóvenes de 25 años en adelante. Además, he detectado que las secuelas sicológicas también aumentaron. Aquí han llegado muchos con ansiedad y hasta los he enviado al siquiatra”.
José Guadalupe Vera, médico en una clínica privada en Juchitán y quien ha atendido a más de 200 pacientes con Covid-19 en diez meses, resalta que algunos de los pacientes que superaron la enfermedad entran en un estado de pérdida de peso, no concilian el sueño tiene debilidad generalizada, ansiedad y depresión crítica.
“He notado en todos mis pacientes que superaron la enfermedad, un gran porcentaje, presenta después crisis de ansiedad, estrés y un cuadro depresivo. Estas enfermedades psicológicas deben de tratarse porque a la larga desencadenará otros males que ayudarán a bajar sus defensas”, comenta el galeno que ha estado en la primera línea de la batalla contra el Covid-19.
De acuerdo con las cifras oficiales de los Servicios de Salud de Oaxaca, en la entidad al menos 34 mil 750 personas han superado el nuevo coronavirus y 2 mil 720 no lograron vencer de la enfermedad. De ese total, 2 mil 961 personas recuperas habitan en el Istmo de Tehuantepec.
La OMS recomendó implementar estrategias integrales para abordar las secuelas del virus.