Junta de Conciliación Agraria: evitar que estalle la violencia en más de 300 disputas por tierra en Oaxaca
Rodrigo Jarquín, presidente de la Junta de Conciliación Agraria, perteneciente a la Segego, es consciente de que, de la noche a la mañana, alguno de estos conflictos pueden “saltar” hasta convertirse en un “foco rojo”, donde están en riesgo vidas humanas
Oaxaca de Juárez.– Desde hace 25 años, Rodrigo Jarquín Santos se sabe casi de memoria los distintos conflictos agrarios que se mantienen latentes en el suelo oaxaqueño. Los conoce a detalle y sabe cómo han ido avanzando en el tiempo prácticamente todas esas disputas por la tierra que, de un momento a otro, pueden escalar en su violencia con un saldo de sangre y muerte.
Como presidente de la Junta de Conciliación Agraria, perteneciente a la Secretaría General de Gobierno (Segego), Rodrigo Jarquín también es consciente de que, de la noche a la mañana, alguno de estos conflictos pueden “saltar” hasta convertirse en un “foco rojo”, donde están en riesgo vidas humanas.
Lo sabe porque su misión, junto con la de nueve conciliadores, es precisamente desactivar esos conflictos y evitar que estallen en un enfrentamiento que culmine en violencia.
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La labor no es sencilla. De acuerdo con datos de la propia Junta de Conciliación Agraria, hasta finales de 2016, Oaxaca acumulaba un total de 364 conflictos o disputas de tierras, distribuidos en las ocho regiones del estado, de los cuales 32 se consideraban como de alto riesgo, precisamente por su alta explosividad entre las partes y su potencial de violencia.
La tarde del 6 de julio de 2018, por ejemplo, una discusión entre pobladores de San Lucas Ixcotepec que llegaron a los límites con Santa María Ecatepec, ambas comunidades de la Sierra Sur, se convirtió en la masacre de 13 indígenas chontales, cuyos cuerpos quedaron tendidos en medio del monte.
Foto: Segego
La causa de tanta muerte fue un conflicto agrario que se arrastra entre ambas comunidades desde hace 30 años, en el cual se disputan 3 mil 600 hectáreas de tierras.
Además de este conflicto, entre dichos “focos rojos” también destacan otros como el que perdura entre San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama; o el que mantiene Santiago Tilantongo con su agencia Santa Cruz Tilantongo, ambos en la Mixteca; los que arrastran con Chiapas San Miguel y Santa María, comunidades zoques ubicadas en las entrañas de la selva de Los Chimalapas, y el que existe entre Cuilápam de Guerrero y San Pablo Cuatro Venados, en la región de los Valles Centrales.
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Según un recuento realizado por este medio, sólo de 2017 y hasta septiembre de 2019, por ejemplo, los conflictos agrarios o vinculados a la tenencia de la tierra habían dejado al menos 78 personas asesinadas, 68 heridas y 12 desaparecidas en el estado.
“Se considera de alto o bajo riesgo a aquellos donde hay una alta explosividad en las comunidades, por la violencia que se genera ahí. Mientras que los de mediano riesgo están combinados con problemas por disputas de los recursos naturales”, explica Rodrigo Jarquín en entrevista con EL UNIVERSAL.
Foto: Segego
A pesar de esta clasificación, el presidente de la Junta de Conciliación está convencido de que en realidad considerar de alto, mediano o bajo riesgo un conflicto de esta naturaleza sólo responde a una tipología para las instituciones, pues todos son complicados.
“Es una clasificación institucional que hizo el sector agrario nacional y estatal, pero de pronto un conflicto agrario que estaba en el olvido, que casi no se toca o no se conoce, salta de muy bajo riesgo y se convierte en muy alto riesgo”, detalla.
Eso, asegura, precisamente es lo que tienen en mente en la Junta de Conciliación para cumplir con su misión, que consiste en atender la conflictividad agraria existente en el estado.
“Estamos dentro del rubro de gobernabilidad y estos conflictos agrarios que son los que más crisis causan a toda la sociedad entera”, afirma.
Voluntad
De finales de 2016 a las fecha, la Junta de Conciliación Agraria, que este 29 de junio celebra 30 años de mediar entre comunidades en disputa, ha logrado resolver 53 de los 364 conflictos por tierras de los que se tenían registro, algunos de ellos que se arrastraban desde hace más de 70 años. Esto se traduce en la conciliación de 5 mil 984 millones de hectáreas de tierra y 223 mil 704 metros lineales de límites en disputa. Además, según el Registro Agrario Nacional, estos acuerdos benefician a 53 mil familias de la entidad.
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“Son familias que ahora viven tranquilas, pues se respetan sus posesiones, colindancias, mojoneras, parajes y viven tranquilas. Esas hectáreas que hemos conciliado se incorporan a la productividad porque es los que se necesita, que haya paz y tranquilidad de la tierra, para que la gente cultive y saque su sustento de ah”, dice convencido Ricardo.
A ese número de conciliaciones se sumarán dos convenios más que se firmarán precisamente el día de su aniversario, entre comunidades de la Mixteca y de la Sierra Sur.
Foto: Segego
“Los hemos resuelto, no sólo la institución, sino conjuntamente con las comunidades. Esto sin que la junta sea autoridad en materia agraria, porque esto es de competencia federal y para ello están los tribunales unitarios agrarios en Huajuapan, Oaxaca, Tuxtepec, así como la Procuraduría Agraria y la Sedatu”, explica.
Pese a ello, afirma que muchas veces ni siquiera una sentencia federal culmina con una disputa de esta naturaleza.
“Hay veces que los conflictos agrarios se resuelven en el papel, pero no se logran aterrizar en la tierra, unos tienen los documentos, las sentencia a su favor, y otros la posesión de la tierra. ¿Qué hacemos ante esa disyuntiva? Agotar el diálogo hasta avanzar al punto donde queden satisfechas las partes”.
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Según Jarquín Santos, la misión de la junta se resume en que, mediante la conciliación, mesas y el diálogo, logren encontrar el punto de equilibrio entre las dos partes. Y por ello presume que hasta el momento “no se ha caído” ninguno de los conflictos resueltos, pues “la voluntad de las comunidades está firme y respaldada por las asambleas”.
Entre los conflictos que han podido llegar al punto de equilibrio del que habla Jarquín Santos, en los últimos casi cinco años, destacan, por ejemplo, la disputa entre Santos Reyes Zochiquilazala y San Martín Peras, donde tras años de violencia se acordó dividir la superficie en disputa al 50%. Otro conflicto, con más de 70 años de vida, donde se llegó a la conciliación ha sido el de Santa María Peñoles y Santa María Tejalapa.
Foto: Segego
“La Junta contribuye a la gobernabilidad, a la paz y respeto entre los pueblo. Va a ver trabajo y florecimiento en la medida que se respeten su colindancias, sólo así va a campear la paz y el progreso. Al final, uno queda satisfecho porque se evitan más muertes”, señala el funcionario.
Pese a estos avances, el presidente de la Junta de Conciliación Agraria reconoce que la conciliación es lenta, pues para solucionar un conflicto que se arrastra desde hace décadas, no se necesita una mesa sino muchas reuniones para avanzar en la resolución.
De acuerdo con datos oficiales, en el suelo oaxaqueño al día de hoy continúan activos 309 conflictos agrarios.