
Con los sonidos de trombones y barítonos, las letras de la lingüista te cuentan sobre la vida del agua. Sobre cómo habla y se queja. Cómo conversa y canta. Sobre cómo llora y se aleja.
“Llora el agua, escucha. Brota despacio cuando surge de la tierra. El agua habla y conversa, me dijeron mis mayores. Escucha cómo canta, cómo se queja y llora.
Ante las ofensas, el agua se transforma y convierte su cuerpo en serpiente. El trueno y el rayo son los compañeros del agua.
Cuando llueve y el cielo sangra: lluvia serpiente que baja”.
San Pedro y San Pablo Ayutla Mixe, comunidad que pertenece a la sierra norte del estado de Oaxaca, desde hace poco más...
La canción, cuya música corrió a cargo de Erick Martínez Olivera, quien también toca el trombón, fue lanzada en un video el 28 de julio, apenas dos días antes de que el juez federal Amado Chiñas Fuentes, del Juzgado Tercero de Distrito en Oaxaca, determinó que Ayutla, la puerta de la región Mixe, debe ser conectada de forma inmediata al agua, pues se le está violando un derecho humano a sus habitantes.
Se trata de la segunda sentencia en el mismo sentido, y en la cual se ordena a autoridades federales, estatales y municipales agotar todos los recursos que estén a su alcance para garantizar el liquido a los casi 3 mil habitantes de la cabecera.
De acuerdo con Erick Martínez, estudiante de 24 años originario de la comunidad, y quien creó la estructura musical, se trató de una idea colectiva, que nació de todo el pueblo tras el surgimiento de la ilustratona “Agua para Ayutla” y que tomó unos dos meses en materializarse.
“Yo no estaba viviendo la situación del pueblo, pero la familia me comunicaba lo que vivían, que cada vez tenían menos agua”, explica el joven, quien estudia en la Facultad de Música de la UNAM y que por la pandemia de Covid-19 regresó a Ayutla.

Todos los participantes lo hiceron de manera voluntaria y sin recibir pago alguno a cambio, y el video se grabó sólo tras tres ensayos, en la escoleta municipal, un espacio de la comunidad destinado a la nueva formación de músicos.
“La musica nutre. Era una necesidad hablarlo, decirlo. Yo amo la musica y me parece que es un buen medio para crear conciencia sobre esta situación que vivimos. Me encanta el jazz, todo el tiempo me la paso escuchando eso, y aunque la pieza no es jazz, se presta a la improvisación”, cuenta Erick a EL UNIVERSAL.
El joven músico reconoce que la canción no es algo tradicional, pero indica que tanto la armonía como la melodía retoman los sonidos de los sones, logrando en esa mezcla nostálgica que se podría tomar como una marcha funebre, un himno para expresar el pesar y el duelo por el agua.
“Es algo híbrido. Tiene una estructura, una introducción, y un obligado. Luego siguen solos, donde queda plasmado ese sentir, en ese entono de jazz y de improvisación. Es algo espontáneo. La parte de los solos y la improvisación no estaba escrita, así que fue algo del momento que no se repite”, explica.
Erick define la pieza como un espacio de experimentación que une la improvisación, que surge de los sones, y se nutre de sonidos y el lenguaje musical del jazz, pero sobre todo la entiende como una forma de materializar la tristeza y la nostalgia que siente el pueblo por su agua.
“Es mucha nostalgia. Es lucha, es una mezcal de muchos sentimientos. Un sabor amargo que te hace pensar en tu tierra, donde nace el agua, pero que en estos momentos no tiene, y eso es muy triste. Es un sabor amargo, pero también es empoderamiento”, dice el joven, quien no se define como compositor, sino como un instrumentista que se dedica a estudiar el trombón.
“La gente se identificó con la melodía. Es una pieza muy sencilla pero es honesta. Es algo que se sentía y se dijo en ese momento, sobre la tristeza que se vive por el agua”.
Toda esta sed de justicia es la que viste las palabras y las notas de los creadores, que además de Yásnaya y Erick, incluyen a Brandon Chávez en el barítono; Jacob Villanueva y Diego Elorza, además de Erick Martínez en el trombón; Atletl Martínez en el corto francés, y Eileen Martínez y Adrián Aguila en la realización y edición del video, respectivamente.
Es así que con esta pieza instrumental, una especie de llamado con fuerza, el pueblo de Ayutla invita a escuchar a su agua, oír su sentir y llanto. Una solicitud que no es suplica, sino exigencia. Y que casi se toca en la mirada de la mujer que, con rebozo en la cabeza y niño en los brazos, ilustra el video y a la que casi se le puede escuchar su reclamo: ¡Agua para Ayutla ya!