La Frida oaxaqueña, buscada por su sazón
En Ocotlán de Morelos existe una mujer con la apariencia de la reconocida pintora, que es buscada por turistas y artistas en el mercado local
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Con seis rosas las que adornan su cabello sujetado. Es elegante, alta y esbelta, luce un huipil negro, un colorido mandil bordado y joyas. Está ahí siempre con una sonrisa, entre la multitud que acude al mercado de Ocotlán de Morelos para recibir a los turistas, que llegan a conocer a este peculiar personaje y a degustar su gastronomía.
Es la Frida oaxaqueña, la señora Beatriz Vásquez —originaria de este municipio, cuna de uno de los artistas plásticos más importantes de México, Rodolfo Morales—, a quien desde los 12 años le nació el amor por lucir flores en su cabello. En su atractivo comedor, “La cocina de Frida”, no mezcla colores como la pintora mexicana, pero sí lo hace con la variedad de alimentos que da matiz a los platillos de la comida típica.
La cocinera tradicional, con 52 años de edad, rinde en vida un homenaje a Frida Kahlo, muerta en 1954. Su admiración hacia ella, cuenta, surgió cuando sus comensales le dijeron que se parecía a la pintora y desde ahí se dedicó a conocer su trayectoria.
Pero el portar flores y vestir con ropa regional, le nació desde que tenía 12 años, cuando trabajaba con su padre Maurilio Vásquez en el campo; un día, su papá le regaló flores silvestres y le expresó su interés para que siempre luciera de esa forma.
Sus primeras flores fueron las llamadas penumbra y eucalipto.
“Nunca me peino, nada más me levanto mi cabello y me pongo las flores, hay días que me pongo claveles, azucenas, geranios, hasta en temporada de muertos me pongo cempasúchil o nochebuenas”, narra la mujer, mientras cocina en su comedor fundado hace 80 años en el mercado Morelos, y heredado por su madre, Ana María Gómez Pacheco.
Beatriz se convirtió en una admiradora de la pintora Frida Kahlo, con quien se identificó en su vida personal, y como la pintora mexicana tuvo a su Diego Rivera, la cocinera oaxaqueña también reconoce haber sufrido en el amor.
“Fui marcada también por situaciones morales, físicas no; gracias a Dios que camino y pude tener una hija y ahí voy”, expresa la mujer, mientras contiene las ganas de llorar.
Conforme más conoce de la vida de la artista mexicana, el cariño de Beatriz crece hacia ella y conserva hasta muñecas y fotografías de Frida Kahlo.
Su fuerza, a pesar de que le pasaban tantas cosas a esa pobre mujer, siguió, dice Beatriz, es lo que la sorprende.
Fue así como Frida llegó a convertirse en una de sus motivaciones. Asegura que la pintora es su ángel. Tan es así, platica, que hace ocho años asegura haberla visto en uno de sus sueños la vio.
“Soñé que ella me envolvió en una sábana blanca y una libélula, de cada extremo, me alzaron y ella me decía: vuela, no tengas miedo, y volé sobre agua, fue hermoso”, sonríe al recordar.
La semejanza física a la artista, atribuye, fue después de dar a luz a su hija Mónica —el 31 de marzo de 1994—, cuando tenía 28 años de edad; fue así como bajó 20 kilos y su rostro y pies se transformaron sin explicación clínica hasta ahora.
“Cuando ella nació, bajé a 49 kilos, el rostro se me perfiló y el número de calzado; yo era del 3.5 y ahora del 2, mi cuerpo sufrió una metamorfosis hace 24 años”, asegura Beatriz.
La Frida oaxaqueña es admirada, por turistas nacionales e internacionales, quienes cada vez que la visitan le llevan regalos. También por artistas y deportistas como Chayanne, César Costa, Nicho Hinojosa y el boxeador Floyd Mayweather, que han acudido a la Cocina de Frida a conocerla y disfrutar de su comida.
Su hija Mónica Gómez Vásquez, quien la ayuda en el comedor, da cuenta de que los comensales disfrutan del sazón de su madre y de su parecido con la pintora mexicana. “Es bonito, es una satisfacción ver a los clientes que se van contentos, me siento muy orgullosa de ella, de todo lo que ha hecho para permanecer aquí en el mercado”, asegura.
A su local, distinguido por un retrato de la auténtica Frida Kahlo pintado en óleo, llega constantemente Guillermina Carmen, la mujer que le vende flores cuatro veces a la semana desde hace 15 años.
Sin duda, la Frida oaxaqueña es uno de los personajes simbólicos de Ocotlán, municipio distante a 35 kilómetros de la capital de Oaxaca, que atrae al turismo para esta comunidad ubicada en la región de Valles Centrales.