Gris Nada Más, la pinchadiscos que abre brecha a las mujeres en la escena musical de Oaxaca

“Si pienso en música, mi vida estaba llena de música", cuenta la artista que desde hace cinco años es pinchadiscos, movimiento que cobra fuerza en la escena oaxaqueña

Gris Nada Más, la pinchadiscos que abre brecha a las mujeres en la escena musical de Oaxaca
Gris Nada Más, la pinchadiscos que abre brecha a las mujeres en la escena musical de Oaxaca. Fotos: Juan Carlos Zavala
Más de Oaxaca 02/09/2022 13:10 Juan Carlos Zavala Actualizada 13:24

Oaxaca de Juárez.– Griselda Alafita creció rodeada de música. Cuenta que en su hogar se realizaban las “tardeadas” o fiestas de los estudiantes de preparatoria; además, sus padres estaban abiertos a escuchar cualquier género musical, su papá incluso tenía una colección de vinilos.

Su abuela fue abanderada de la Escuela de Bellas Artes porque tocaba el piano y, para completar este popurrí de vida, al lado de su casa había un bar “de mala muerte” llamado El Dominó, en el que nunca paraban de sonar canciones. 

Gris Nada Más, como se le conoce en el ambiente musical, es pinchadiscos, una artista que selecciona y mezcla música propia o ajena, movimiento que cobra fuerza en Oaxaca y en el que aún no hay tantas mujeres.

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“Si pienso en música, mi vida estaba llena de música. Tengo un primo que muchas veces me dice por qué escucho música rara y en su época era súper metalero y oscuro, tenía su banda; cuando se va a Estados Unidos, me quedo con todos sus discos y empiezo a coleccionar cd’s y de ahí por ciertas cuestiones en la casa los perdí, me los tiraron. Después empecé a comprar y coleccionar discos desde los siete u ocho años”, relata.

Vocación por la música y el arte

Gris Nada Más estudió la licenciatura en Artes Plásticas y Visuales en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). 

Nunca fue buena para los deportes y era la “clásica niña” a la que la mandaban a estudiar artes como complemento a sus actividades escolares desde los seis años; después tomó clases de pintura con una prima hermana de su abuela pianista.

“Me mandaron con ella, pero pintaba bodegones y cosas por el estilo, lo cual me generaba un poco de conflicto porque siempre quería pinturas súper estridentes y cosas así, cosas caóticas y ella era  muy formal.

“Hice la universidad, ya tenía a mi hijo. Primero decidí entrar en Arquitectura, quedé en el examen, pero al final no la cursé. Pensé ahora qué hago, ya pasaron dos años, y decidí estudiar Artes porque siempre me ha gustado la escultura, el grabado, la pintura, siempre ha sido parte de mi vida de alguna forma, al igual que la música. Todavía pinto, lento, por ratos”.

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Para ella, la música y las artes plásticas van de la mano. Le gusta el punk, postpunk, rock y pop “oscuro, raro y bizarro”, agrega, pero sostiene que la música y el arte deben decir algo, pues aunque algunos artistas digan que lo que pintan es algo muy personal o interior, la realidad es que se encuentran dentro de un contexto social y lo que crean es reflejo de lo que son o manifiestan a la sociedad.

Uno de sus cuadros, por ejemplo, muestra a una mujer atada al centro de la pintura. Esa imagen, dice, está relacionada con la forma en que ha llegado a sentirse: “Amarrada” en ciertas cosas por el hecho de ser mujer, entre otras razones.

Alrededor de cinco años atrás entró al movimiento de los pinchadiscos en Oaxaca, derivado de una relación de amistad con algunos de sus integrantes y porque su pareja también forma parte de éste movimiento desde hace 18 años, como dj.

También señala que siempre ha prevalecido su inquietud por la música y el arte.

“Empecé porque tenía el equipo en la casa. Al principio tenía una, pero ya con mi pareja tuve la posibilidad de tener el acceso a todo el equipo para tocar, varios amigos me impulsan a tocar y me dicen: ‘Por qué no tocas y alístate porque te vamos a presentar’. 

“Eso surgió hace cinco años y ha sido padre y sí me gusta estar en las fiestas y, sobre todo, poner la música que me gusta y mostrarle a la gente”, relata.

El boom de los pinchadiscos

En estos momentos, menciona, hay un “boom” de pinchadiscos impulsado por artistas o músicos conocidos que han incursionado en el movimiento. 

Paralelamente creció la venta de vinilos, que en general suelen tener precios muy elevados; aunque en un tianguis puedes adquirir un vinilo por cinco o 10 pesos, en algunos lugares especializados su precios oscilan de los mil a los 3 mil pesos, según el sello discográfico, la marca, el artista o si son nuevos.

“En Oaxaca surgen buenas relaciones y amistades tanto con hombres y mujeres sobre el tema, creo que no es lo mismo el círculo de djs que son más celosos con su chamba que como pinchadiscos, que estamos más abiertos y somos más selectos, no es música comercial ni nada”, advierte.

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Tras la presentación de Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba, con su proyecto de pinchadiscos en la ciudad de Oaxaca, afirma que se mostró que en el estado hay buen nivel, que hay un buen movimiento y buenas colecciones de discos.

“Lo que vi que hizo este chico [Rubén Albarrán], está bien, pero tampoco está desapegado a lo que hacemos en Oaxaca. Si tenemos un buen movimiento, tenemos buenas colecciones de discos y, sobre todo, porque todos somos melómanos, tenemos un acervo muy variado, desde algo muy comercial hasta algo bien desconocido”.

Gris Nada Más puntualiza que un buen pinchadiscos no es sólo es aquel que pone “cosas raras” sino aquella persona que realmente hace que el público se emocione y lo impulsa a bailar.

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