“No sólo espectáculo, la Guelaguetza debe mostrar el pensamiento de las culturas vivas de Oaxaca”
Víctor Cata, titular de Seculta, afirma que los 17 pueblos tienen que ser los protagonistas de esta fiesta en la que es imposible separar lo turístico y lo comercial, por ello debe fortalecerse su esencia cultural
Oaxaca de Juárez.– Convencido que lo cultural es “un terreno generoso” y que la Guelaguetza tiene que ser inclusiva y protagonizada por las culturas vivas del estado, el lingüista Víctor Manuel Vásquez Castillejos, titular de la Secretaría de las Artes y las Culturas de Oaxaca (Seculta) y conocido como Víctor Cata antes de ser funcionario, asegura que esta fiesta regresará a su esencia como una celebración de y para los oaxaqueños, pero sin olvidar que es un referente turístico y fuente de ingresos para miles de familias.
La clave, expone en entrevista con EL UNIVERSAL, es buscar el equilibrio y alimentar la esencia cultural de los pueblos mediante el impulso a sus saberes lingüísticos y artísticos. Y reconocer que esta celebración se desarrolla en una ciudad que aún mantiene “su alma”.
¿Por qué desaparece el Comité de Autenticidad que elegía a las delegaciones de la Guelaguetza?
—Tiene que ver con la propuesta de abrir la Guelaguetza, de hacerla más inclusiva y con perspectiva de justicia social, porque al Comité de Autenticidad se le veía como un órgano alejado de la comunidad, hasta cierto punto invasivo e impositivo. Así nos lo hicieron saber las comunidades, que rechazaban que llegara gente externa a evaluarte a ti como cultura.
Es un hilo muy frágil caminar en ese andar de la “autenticidad” o la “pureza”, se vuelve uno como fiscalizador o policía, cuando en realidad se trata de culturas vivas que tienen su propia idiosincrasia.
¿Cómo será ahora el proceso de selección?
—Se busca que las protagonistas sean las 17 culturas de Oaxaca (las 16 naciones originarias y el pueblo afro), por eso el Comité de Autenticidad será sustituido por tres órganos emanados de las comunidades, una Comisión de Cultura Comunitaria de cada pueblo que busca participar, 31 consejos interculturales y un Comité Intersecretarial en el que participan, además de Seculta, las secretarías de Turismo, Interculturalidad, Desarrollo Económico, Gobierno y Comunicación Social.
¿A qué se refiere con una Guelaguetza inclusiva?
—Se refiere a que sea una fiesta de los oaxaqueños y que se busca que todos puedan disfrutarla, que además de las delegaciones que se presenten en los Lunes del Cerro, también esté presente en otros espacios públicos. En Seculta tendremos un programa alterno, por que otra cosa que se nos ha señalado es que la Guelaguetza es totalmente un espectáculo.
¿Qué se busca al acompañar a la Guelaguetza con ese programa alterno?
—Es aprovechar ese momento para mostrar que las culturas de Oaxaca tienen un pensamiento vivo. Vamos a organizar mesas de lectura en lenguas indígenas y a ofrecer otras actividades culturales donde no sólo se vea esa efervescencia, sino también la palabra y pensamiento de los pueblos para que la fiesta no se cargue sólo a la parte turística.
¿Qué hubo detrás de la polémica por la elección de la imagen oficial?
—La Guelaguetza ya lleva mucho tiempo y ya está arraigada en la mente de los oaxaqueños, ya hay un esquema de cómo es. Hay una definición de colores y formas y si haces algo diferente, choca, porque no es lo esperado. La primera obra fue elegida por un criterio artístico, porque es un grabado y usó un color importante para Oaxaca, como es la grana cochinilla, pero no gustó porque no era la imagen preconcebida e interiorizada.
¿Cómo garantizar que no le va a ganar lo comercial y turístico a lo cultural?
—Tenemos que ser muy equilibrados como Comité Intersecretarial y no perder de vista que no podemos separar la Guelaguetza de la cuestión turística y comercial. No se puede. Hay una derrama económica grande, muchas familias aprovechan ese momento para vender sus productos y artesanías. Lo que sí podemos hacer es reforzar la parte cultural y lingüística y mostrar lo que tenemos. Lo otro es imposible.
¿Qué se les dice a los oaxaqueños que la rechazan por esa vocación turística?
—Con la globalización, si pones tu fiesta en ese centro, es inevitable que la gente venga. Oaxaca es una ciudad netamente turística, pero también es una ciudad cultural, donde está concentrada la diversidad lingüística de nuestro estado. A todos quienes no les gusta tanta gente, les diría que son parte de la vida de Oaxaca estas fiestas. Quítalas y qué va a pasar, va a venir una población grande y a cuestionar y a decir “no somos eso”.
¿Cuál es la consecuencia de poner a nuestra ciudad y fiestas en la globalización?
—Pues un proceso que muchos están detestando que es la gentrificación, que está sucediendo en todas las ciudades que se conservan como coloniales, que mantienen sus monumentos y casas. Hay una oleada que comenzó desde los 60 y 70 y que cada vez ha ido creciendo más. La molestia está en eso, lo que nos queda como sector cultura es fortalecer nuestra identidad y lo que tenemos como pueblo.
Sobre todo la cultura alimentaria, que es otra cara fuerte que tenemos, nuestra parte textil, nuestros idiomas. Eso hay que fortalecerlo, porque si perdemos eso ¿qué quedaría de Oaxaca? Solamente un edificio pintado con un color rosa mexicano, sin alma.
¿Y en Oaxaca aún se mantiene esa alma?
—Afortunadamente, la ciudad todavía tiene alma, todavía puedes escuchar los idiomas, comer la gastronomía prehispánica. Eso hay que nutrirlo y trabajar con los pueblos cercanos para que no se aculturicen, porque eso hace que detestemos nuestra cultura, por políticas inadecuadas que nos llevan a creer que nuestra cultura no sirve y que tienen que venir otros, de fuera, a decirnos que sí sirve. Eso hay que combatirlo.