Las mujeres huaves se empoderan tras el 7-S
Organización sale al rescate de las familias costeñas, les ayuda a superar la tragedia mediante el desarrollo de proyectos como baños secos y un centro de artes y oficios
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El sismo del 7 de septiembre de 2017 evidenció las carencias con las que se vive en San Mateo del Mar: falta de agua potable y drenaje, pero también se convirtió en un impulso para organizaciones de mujeres como Monopaküy, cuyo nombre es una palabra huave que significa vida, naturaleza, salud y buen vivir.
Tras el terremoto que devastó el Istmo de Tehuantepec, Roselia, Lesbia, Juana, Beatriz, Gisela, Maritza y Laura trabajaron de forma independiente en la etapa de ayuda humanitaria, posteriormente se reunieron para seguir apoyando, de manera organizada, en la reconstrucción física, emocional y material de las mujeres huaves. Era diciembre de 2017.
Desde entonces se han convertido en el enlace con otras organizaciones para emprender proyectos amigables con el medio ambiente, a favor de las mujeres, como Fondo Semillas, Centro de Derechos Humanos Tepeyac, Cooperativa Comunitaria y Centro Operacional de la Vivienda y Poblamiento (Copevi); todo bajo la modalidad del tequio (trabajo comunitario).
Fue así como estas mujeres construyeron 38 baños secos y un centro de artes y oficios, además de realizar talleres de acompañamiento y seguimiento con mujeres después del sismo. Además, se planea elaborar 20 cocinas y levantar instalaciones para la agrupación.
Roselia Gutiérrez, Lesbia Desezarte y Beatriz Gutiérrez explican que el trabajo que realizan va encaminado al empoderamiento de las mujeres y el respeto al medio ambiente. Un ejemplo son los baños secos con perspectiva de género, que construyeron para 38 familias que no tenían este servicio.
En San Mateo del Mar no se cuenta con agua potable, así que se abastecen con agua de pozos, tampoco tienen drenaje. “Los baños empleados en la comunidad cuentan con fosas sépticas que, a la larga, contaminan los mantos freáticos y el agua de los pozos, así que se corre el riesgo de consumir agua contaminada”, argumenta Beatriz, maestra de primaria.
“Al saber que si seguimos así, en pocos años no tendremos ni si quiera agua para tomar, decidimos implementar la propuesta del grupo Tepeyac de baños secos y ecológicos, pero con perspectiva de género. Esto significa que el baño tiene un apartado completamente cerrado para la ducha de las mujeres, un espacio más privado”, explica.
Los baños están hechos de bajareque, lodo, tierra y palma; su construcción se realiza con el tequio de las familias, y los desechos son llevados a una composta para fertilizantes. Previo a la construcción, los beneficiarios reciben un taller de cómo utilizar el sistema, para que tenga un buen uso.
Con el apoyo de Fondo Semillas se realizaron talleres de género, prevención de la violencia, reconstrucción, gestión de riesgo y desastre, y autocuidado, en los que las mujeres aprendieron a tomar decisiones en el proceso de reconstrucción dentro del espacio familiar; ya no fueron sólo observadoras, sino que participaron.
“Fue interesante verlas decidir dónde iría la construcción del baño, por ejemplo, algo que para muchos será trivial, pero para ellas es todo, ya que antes todo lo decidía el hombre. Ahora son ellas quienes toman esas pequeñas pero importantes decisiones dentro de su espacio”, dice Roselia Gutiérrez.
Los proyectos se realizan a casi dos años del sismo, pues todas trabajan durante el día y ofrecen su trabajo voluntario por las tardes, gracias al cual han beneficiado a 70 mujeres directamente.
Mientras, continúan trabajando con la esperanza de crear una cooperativa de mujeres artesanas.