Las mujeres huaves se empoderan tras el 7-S

Organización sale al rescate de las familias costeñas, les ayuda a superar la tragedia mediante el desarrollo de proyectos como baños secos y un centro de artes y oficios

Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 04/07/2019 06:00 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 06:05

El sismo del 7 de septiembre de 2017 evidenció las carencias con las que se vive en    San Mateo del Mar: falta de agua potable y drenaje, pero también se convirtió en un impulso  para organizaciones  de mujeres   como  Monopaküy, cuyo  nombre es una palabra huave que significa vida, naturaleza, salud y buen vivir.

 Tras el terremoto que devastó el Istmo de Tehuantepec, Roselia, Lesbia, Juana,  Beatriz, Gisela, Maritza y Laura trabajaron de forma independiente en la etapa de ayuda humanitaria, posteriormente se reunieron para seguir apoyando,  de manera organizada, en  la reconstrucción física, emocional  y material de las mujeres huaves. Era diciembre de 2017

Desde entonces  se han convertido  en el enlace con otras organizaciones para emprender proyectos amigables con el medio ambiente, a favor de las mujeres, como Fondo Semillas, Centro de Derechos Humanos Tepeyac, Cooperativa Comunitaria y Centro Operacional de la Vivienda y Poblamiento (Copevi); todo bajo la modalidad  del tequio (trabajo comunitario). 

Fue así como estas mujeres  construyeron 38 baños secos y  un centro de artes y oficios, además de realizar talleres de acompañamiento y seguimiento con  mujeres después del sismo. Además, se planea elaborar 20 cocinas y levantar  instalaciones para la agrupación.

Roselia Gutiérrez, Lesbia Desezarte y Beatriz Gutiérrez explican que el trabajo que realizan va encaminado al empoderamiento de las mujeres y el respeto al medio ambiente. Un ejemplo  son los baños secos con perspectiva de género, que construyeron para 38 familias que no tenían este servicio.

En San Mateo del Mar no se cuenta con agua potable, así que se abastecen con agua de pozos, tampoco tienen drenaje. “Los baños  empleados en la comunidad cuentan con fosas sépticas que, a  la larga, contaminan los mantos freáticos  y el agua de los pozos, así que se corre el riesgo de consumir agua contaminada”, argumenta Beatriz, maestra de primaria.
“Al saber  que si seguimos así, en pocos años no tendremos ni si quiera agua  para tomar, decidimos implementar la propuesta del grupo Tepeyac de  baños secos y  ecológicos, pero con perspectiva de género. Esto significa que el baño tiene un apartado completamente cerrado para la ducha de las mujeres, un espacio más privado”, explica.

Los baños están hechos de bajareque, lodo, tierra y palma; su construcción se realiza con el tequio de las familias,  y los  desechos son llevados a una composta para fertilizantes. Previo a la construcción, los beneficiarios reciben un taller de cómo utilizar el sistema, para que tenga un buen  uso.

Con el apoyo de Fondo Semillas se realizaron talleres de género, prevención de la violencia, reconstrucción, gestión de riesgo y desastre, y  autocuidado, en los que las mujeres aprendieron a tomar decisiones en el proceso de reconstrucción dentro del espacio familiar; ya no fueron sólo  observadoras, sino que  participaron.

“Fue interesante verlas decidir dónde iría la construcción del baño, por ejemplo, algo que para muchos será trivial, pero para ellas es todo, ya que antes todo lo decidía el hombre. Ahora son ellas quienes   toman esas pequeñas pero importantes decisiones dentro de su espacio”, dice Roselia Gutiérrez.

Los proyectos se realizan   a casi dos años del sismo, pues todas trabajan durante el día y ofrecen su trabajo voluntario    por las tardes, gracias al cual   han beneficiado  a  70 mujeres directamente.

Mientras, continúan trabajando con la esperanza de   crear  una cooperativa de mujeres artesanas.

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