Hamacas, la tradición que guardan por más de 100 años en Juchitán

Mujeres de la familia Gallegos rompieron con los estereotipos; constructora de Tuxtepec las defraudó para levantar su taller

Actualmente, las ocho artesana instalaron sus bastidores en sus casas, debido a que se quedaron sin taller con el terremoto del 7 de septiembre. Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 20/09/2018 10:54 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 09:26

Hacer hamacas en Juchitán está catalogado como un trabajo exclusivo para hombres, por lo pesado, pero para las mujeres de la familia Gallegos, de la Séptima Sección, esa clasificación no les aplica porque desde hace más de 100 años ellas se han dedicado al oficio.

Adelina Ruiz tiene 80 años y recuerda que a los 12 comenzó en el taller de hamacas de su hermano Germán Gallegos Ruiz, el único  que existía en la Séptima Sección, así que después de casi 70 años puede armar una hamaca hasta con los ojos vendados.

En el gran patio de la casa de su hermano aprendió a hilar el algodón natural que compraban, para luego teñirlo con tintes naturales en agua caliente, secarlo,  ponerlo en una especie de torno de madera  y por último armarlo en los bastidores. Con el paso de los años el proceso de elaboración se fue facilitando con lo sintético; antes requerían varios días previos a la hechura y  muchos trabajadores.

Hace años, recuerda, los clientes pedían hamacas sin color, casi todas eran blancas o naturales y  para lavarlas requerían  siempre de almidón. Luego llegó la moda de los colores, así que comenzaron a teñirlas de manera casera, pero después desapareció casi por completo el algodón y entró el nylon, los hilos llegaban ya pintados, ahorrándoles tiempo y dinero.

En su juventud hacia una hamaca en dos días, hoy, con su poca vista, la elabora en una semana.

Su sobrina Soledad Gallego Guzmán, también anciana, aprendió con ella en el mismo taller, sólo que se dedicó a la venta de hamacas en los mercados del sur de Veracruz, ella fue lo que se conoce como “viajeras”; que eran aquellas artesanas zapotecas que viajaban a Coatzacoalcos, Minatitlán, Tapachula y las ciudades del sureste del país a vender sus productos.

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La calidad

Adelina y Soledad saben que los hilos tejidos en el bastidor se aflojan solos por las madrugadas, por el sereno, y se tensan solos por la mañana con los rayos del sol; saben que la tensión es importante para crear un producto de calidad, un mal hamaquero terminará entregando una hamaca que al primer uso se hundirá en el centro.

Para elaborar hamacas se utilizan tres tipos de hilos: la primera es elaborada con  “hilo de  primera” de seda, la cual es más delgada,  suave, resistente, duradera  y es más costosa; la segunda es  de “hilo de tercera”,  elaborada de  polipropileno o nylon, ésta es más gruesa y más barata; la tercera es “hilo de chin” porque es utilizada por los pescadores para armar sus chichorros, es duradera, delgada, sintética  y más cara, ésta la venden por conos, las otras dos por kilo.

Las hamacas se elaboran y se venden por kilo. La  individual de dos kilos, para una persona o un bebé, tiene un precio de 450 pesos elaborada con un hilo de tercera y la elaborada con un hilo de primera llega a venderse a mil pesos, el tiempo de creación es de dos días.  Así el precio aumenta por los kilos y la calidad del  hilo.

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La cooperativa

Hace cuatro años,  Sara y Elia Gallegos Martínez, sobrinas de las ancianas, las invitaron a formar parte de una cooperativa de mujeres artesanas financiadas por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas  (CDI), después de dos años  establecieron su tienda-taller en una casa  de la familia y así estuvieron hasta que el sismo del 7 de septiembre lo destruyó.

Sin taller, cada una de las ocho integrantes instaló sus bastidores en sus casas. Buscaron reconstruir el taller, así que entregaron sus dos tarjetas del Fonden a una constructora de Tuxtepec, pero ésta se fue, se llevó sus 120 mil pesos y dejó a medias la obra.

Mientras logran terminar su taller,  se organizan desde sus espacios y concentran sus productos cuando van a ferias o tianguis.

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