Estudiantes levantan prepa que se dañó con el sismo en Ixhuatán, Oaxaca
Con barro y sus propias manos acondicionan la escuela José Martí en Ixhuatán, misma que sobrevive del cooperativismo y a la cual el gobierno federal no incluyó en el censo, pese a que los estudiantes son de bajos recursos
Guadalupe no titubea al frotar el barro en la pared del domo que se convertirá, a partir del 25 de enero, en el centro informático de la Preparatoria por Cooperación José Martí.
Sabe la consistencia que debe tener la masa, ella y sus compañeros la preparan y colocan como recubrimiento al interior del salón para mantener un ambiente fresco durante las clases, pues afuera hay temperaturas de hasta 40 grados.
Guadalupe García es originaria de San Francisco Ixhuatán, tiene 18 años y es alumna del quinto semestre de preparatoria. Son días de descanso obligatorio, pero ella está comprometida con su participación en el comité estudiantil encargado del domo.
En unos meses, Guadalupe concluirá sus estudios y buscará estudiar en una universidad de Chiapas, por eso le llena de ilusión dejar parte de su esfuerzo en el nuevo salón: quiere contribuir con su comunidad, mediante la reconstrucción de su preparatoria.
Como ella, los 117 alumnos que integran la plantilla de la escuela participan en su tiempo libre en la reconstrucción del inmueble de 37 años de antigüedad que sufrió severos daños aquel 7 de septiembre del 2017, cuando un terremoto sacudió al Istmo de Tehuantepec.
Los preparan para quedarse. Esta preparatoria se localiza en la entrada de San Francisco del Mar y es única en su tipo en Oaxaca, pues su objetivo es formar jóvenes que quieran quedarse en sus comunidades y participar en su proceso de desarrollo.
Los docentes que laboran ahí sólo reciben un pago simbólico de 20 pesos la hora de clases, todos tienen un empleo formal de manera alterna. Aceptan esta paga porque los alumnos son de bajos recursos y la preparatoria es una alternativa ante la deserción, ya que sólo se paga 250 pesos al mes.
Por este compromiso social, la mayoría de sus egresados son maestros y participan en el proceso educativo de la región. Además, hace cuatro años los alumnos tuvieron una gran participación en el proceso de información contra las mineras en la zona oriente del Istmo y lograron que los productores de mango se les unieran y se declararan contra las concesiones entregadas por el gobierno federal a una empresa canadiense.
Sin financiamiento
Aunque forma parte de la Coordinación General de Educación Media Superior y Superior, Ciencia y Tecnología, la preparatoria no recibe recursos de la federación por ser considerada “particular”. Sólo cuenta con apoyo de universidades y sus propios alumnos.
Los cuatro salones y el espacio administrativo que resultaron dañados fueron demolidos tres meses después del sismo, pero fue hasta agosto de 2018 cuando juntaron el dinero para remover los escombros. Para octubre, la Universidad Lasalle les construyó cuatro aulas, edificios que les serán entregados este 25 de enero.
Durante todo este tiempo los alumnos recibieron clases bajo lonas, luego se organizaron y construyeron dos aulas provisionales de ladrillo, madera y lodo. Reutilizaron murillos y tablas de casas que se cayeron en Ixhuatán; ellos fungieron como arquitectos y albañiles.
Además, crearon con madera y lodo su cabina de radio y la Universidad Autónoma Chapingo les donó la estructura de acero para el domo que Guadalupe y sus compañeros forran con lodo.
“Aquí no vino Iocifed [Instituto Oaxaqueño Constructor de Infraestructura Física Educativa] o el IEEPO [Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca] a derribar ni a construir nuestras aulas, aquí los alumnos, maestros y padres de familia levantamos los salones provisionales”, explica Manuel Antonio Ruiz, director del plantel.
De alguna forma, dice, el terremoto “permitió demostrar que somos autosuficientes, que podemos levantarnos sin el apoyo gubernamental, aunque tenían la obligación. Aquí seguimos preparando jóvenes socialmente responsables”.