Artesano oaxaqueño levanta en Ocotlán el segundo horno sin humo
Fidel García reconoce los beneficios para la salud y el ambiente.
“Nosotros, que hemos trabajado el barro tantos años estábamos con esa idea, que al ser un horno de leña iba a sacar humo, pero vimos que no, realmente no saca”, dice Fidel García Aguilar, artesano de Ocotlán de Morelos y el constructor de los hornos sin humo en Oaxaca.
Su experiencia en la albañilería lo llevó hace un año a ser parte del proyecto del primer horno sin humo en la entidad, impulsado por la Escuela Nacional de Cerámica en San Marcos Tlapazola, en los Valles Centrales.
Fue la Fundación Alfredo Harp Helú la que retomó esta propuesta que busca reducir los daños al ambiente y a la salud de los alfareros, para ello financiará la construcción de siete hornos más, de los cuales uno ya fue inaugurado este mes en Ocotlán.
Este segundo horno sin humo se construyó en el taller del artesano Fidel García. Lo edificó él mismo, pero retomando el diseño y los planos realizados por el maestro japonés Yusuke Suzuki, de la Escuela Nacional de Cerámica. “Es algo innovador”, expresa Fidel, quien estará a cargo de la construcción de los otros seis hornos que planea la fundación.
Nuevo reto
La disminución de las ventas de sus artesanías llevó a Fidel a alternar la alfarería con la albañilería desde 2006. Por las mañanas labora en la construcción y por las noches en la creación de sus piezas, las cuales vende en su comunidad. Junto con su esposa, Guadalupe Martínez, fundó su taller desde hace 20 años.
Para este matrimonio de artesanos, contar con este horno sin humo representa una evolución en su oficio, pues por más de tres décadas elaboraron sus piezas en hornos tradicionales, donde además de estar expuestos directamente al humo, tiempos y costos de la producción se elevaban.
“Es un movimiento grande. Ahora se aprovecha la leña y el tiempo”, cuenta Guadalupe.
El horno mide aproximadamente dos metros de altura, de frente un metro con 60 centímetros y de profundidad un metro con 80 centímetros. Trabaja a temperaturas de 800 a mil 100 grados y se construye con materiales de la región.
Para Fidel y Guadalupe, la reducción de la leña ha sido hasta en un 50%. Antes usaban 300 kilos para hornear una tanda de piezas y ahora sólo 150 kilos; el tiempo de quema ha disminuido de ocho a tres horas.
Además, ya no estarán en contacto con el humo, que les ha dejado daños a la salud. En el caso de Fidel, afecciones de la vista. Gracias al proyecto, tampoco contaminarán el ambiente.
“Es un gran logro y un reto, porque teníamos el pendiente por el humo. Para mí, el barro es parte de mi vida, desde que era pequeño jugaba con él, es un trabajo que lo hace uno jugando, es algo que no lo puedo ni definir, es muy grande para mí”, refiere el artesano.
El horno tuvo una inversión de 45 mil pesos de parte de la Fundación Alfredo Harp Helú, explica Érick Chávez Santiago, coordinador de arte popular y proyectos productivos: “Nos volvimos embajadores de la Escuela Nacional de Cerámica para darle continuidad al proyecto en Oaxaca”, detalla.
“El humo ya no se aspira por los artesanos, es un tema de salud para ellos, y en la parte ecológica la cantidad de leña es mucho menor, incluso, los pedazos de agave se pueden reciclar y pueden ser material para combustión; carrizo, bambú, se puede utilizar”, explica.