La curiosidad lleva a Mario a África para competir en ciencias

El menor representará a la Escuela Istmeña en Túnez. Desarrolló, en 16 semanas, un proyecto sobre barcos

Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 11/06/2019 12:28 Roselia Chaca Tehuantepec, Oaxaca.- Actualizada 13:01

Mario Santiago Cruz sonríe  cuando su prototipo de barco en unicel comienza a moverse  dentro de una  bandeja de plástico con agua,  impulsado con el vapor que sale de un popote  y un algodón  ardiendo. Con él, también sonríen su asesor y su madre.

¿Por qué flotan los barcos? fue la inquietud que nació  en este  niño de ocho años  después de ver  la película “Titanic”, así que se lo preguntó  al profesor Marciano Santiago Zúñiga, amigo de sus padres, quien se lo explicó de la manera más sencilla: jugando.

El profesor Marciano, divulgador del  Consejo Oaxaqueño de Ciencias,  Tecnología  e Innovación, se sorprendió  porque  el niño entendió a la primera que  todo material con mayor densidad que el agua se hunde y aquellos que tienen menor densidad son los que flotan.

“El juego es la mejor estrategia para enseñar ciencia a los niños. Mario se acercó al proyecto y entendió rápido el fenómeno. Con una idea básica,  desarrolló una propuesta  y   la llevó a la práctica de manera sencilla.

“Con  una bandeja con agua y materiales que demuestran la flotación y hundimiento, [el niño] se contestó la pregunta”, explica el autor de la propuesta didáctica Divertiquímica.

Adiós al miedo. Mario es muy tímido, pero su participación en el Encuentro Internacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019 en  Merida, Yucatán, le ayudó  mucho a  hablar en público, así que sin miedo comienza a  exponer su proyecto a los presentes  y demuestra  cómo se hunden o flotan cuatro cubos de distintos materiales; unicel, fomi, madera y aluminio.

Sus barquitos demostrativos los elaboró con  materiales que recicló en su casa, como una lata de aluminio de cerveza, un plato de unicel, popotes, recipientes para panes  y  restos de un foco ahorrador.

Al pequeño le tomó 16 fines de semanas concretar su idea y demostrar el  fenómeno que interviene para que los barcos puedan navegar sobre las aguas de ríos y mares.

Mario  cursa el segundo grado de primaria en la Escuela Istmeña y ahora es  una celebridad, sus maestros  están orgullosos del niño que los representará  en el  International Festival of Engineering and Technology que se realizará en la ciudad de Monastir, Túnez   (África del Norte), en  abril de 2020, pero  Mario  no se percata y  se comporta como siempre.

En sus 113 años de historia,  es la primera vez que la Escuela Istmeña  participará en otro continente. La religiosa Guillermina Gonzales, directora de la institución regida por la orden católica de las Hermanas Josefinas, considera necesario que las instancias gubernamentales apoyen a Mario para  ir a competir, pues eso motivará a otros niños.

El viaje a  otro continente  no es barato. Un boleto en clase turista tiene un costo de 20 mil pesos, más los viáticos, por lo que se considera muy cara la participación  del niño istmeño en la competencia internacional y   todavía   no cuentan con ningún tipo de apoyo.

La experiencia del profesor Marciano en  competencias  internacionales le ha dejado  claro que las autoridades no apoyan a jóvenes que no les rendirá un beneficio económico en el futuro, mucho menos a  los considerados “niños talento”.

Es realista, sabe que  hay muy poco apoyo para las ciencias y la  tecnología desde el gobierno. Aun así, ni él ni las directivas de la primaria han perdido la fe en que Mario los represente a nivel internacional. Tienen un año para juntar el dinero y hacer historia.

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