La curiosidad lleva a Mario a África para competir en ciencias
El menor representará a la Escuela Istmeña en Túnez. Desarrolló, en 16 semanas, un proyecto sobre barcos
Mario Santiago Cruz sonríe cuando su prototipo de barco en unicel comienza a moverse dentro de una bandeja de plástico con agua, impulsado con el vapor que sale de un popote y un algodón ardiendo. Con él, también sonríen su asesor y su madre.
¿Por qué flotan los barcos? fue la inquietud que nació en este niño de ocho años después de ver la película “Titanic”, así que se lo preguntó al profesor Marciano Santiago Zúñiga, amigo de sus padres, quien se lo explicó de la manera más sencilla: jugando.
El profesor Marciano, divulgador del Consejo Oaxaqueño de Ciencias, Tecnología e Innovación, se sorprendió porque el niño entendió a la primera que todo material con mayor densidad que el agua se hunde y aquellos que tienen menor densidad son los que flotan.
“El juego es la mejor estrategia para enseñar ciencia a los niños. Mario se acercó al proyecto y entendió rápido el fenómeno. Con una idea básica, desarrolló una propuesta y la llevó a la práctica de manera sencilla.
“Con una bandeja con agua y materiales que demuestran la flotación y hundimiento, [el niño] se contestó la pregunta”, explica el autor de la propuesta didáctica Divertiquímica.
Adiós al miedo. Mario es muy tímido, pero su participación en el Encuentro Internacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019 en Merida, Yucatán, le ayudó mucho a hablar en público, así que sin miedo comienza a exponer su proyecto a los presentes y demuestra cómo se hunden o flotan cuatro cubos de distintos materiales; unicel, fomi, madera y aluminio.
Sus barquitos demostrativos los elaboró con materiales que recicló en su casa, como una lata de aluminio de cerveza, un plato de unicel, popotes, recipientes para panes y restos de un foco ahorrador.
Al pequeño le tomó 16 fines de semanas concretar su idea y demostrar el fenómeno que interviene para que los barcos puedan navegar sobre las aguas de ríos y mares.
Mario cursa el segundo grado de primaria en la Escuela Istmeña y ahora es una celebridad, sus maestros están orgullosos del niño que los representará en el International Festival of Engineering and Technology que se realizará en la ciudad de Monastir, Túnez (África del Norte), en abril de 2020, pero Mario no se percata y se comporta como siempre.
En sus 113 años de historia, es la primera vez que la Escuela Istmeña participará en otro continente. La religiosa Guillermina Gonzales, directora de la institución regida por la orden católica de las Hermanas Josefinas, considera necesario que las instancias gubernamentales apoyen a Mario para ir a competir, pues eso motivará a otros niños.
El viaje a otro continente no es barato. Un boleto en clase turista tiene un costo de 20 mil pesos, más los viáticos, por lo que se considera muy cara la participación del niño istmeño en la competencia internacional y todavía no cuentan con ningún tipo de apoyo.
La experiencia del profesor Marciano en competencias internacionales le ha dejado claro que las autoridades no apoyan a jóvenes que no les rendirá un beneficio económico en el futuro, mucho menos a los considerados “niños talento”.
Es realista, sabe que hay muy poco apoyo para las ciencias y la tecnología desde el gobierno. Aun así, ni él ni las directivas de la primaria han perdido la fe en que Mario los represente a nivel internacional. Tienen un año para juntar el dinero y hacer historia.